Algo más de mi biografía

Cebada como estaba escribiendo las entregas de mi historia, omití algo muy importante -aunque no indispensable- sobre el motivo por el cual empecé a publicarla en este Blog. En primer lugar, por supuesto, porque es mío; entonces, en teoría, debería poder escribir lo que quiera. Pero esa no es la mejor explicación, así que voy a tratar de inspirarme...
No sé si recordarán, hace bastante tiempo subí una entrada llamada Sobre mí. Ahí decía, muy al pasar, que desde hacía un tiempo estaba escribiendo una historia. Una novela. Y, si mal no recuerdo, eso fue todo.
Desde que tengo memoria, hubo libros en mi vida. Cuando era chica, mis papás me leían antes de dormir. Entre los regalos que mas atesoraba estaban los audio-libros de clásicos de Disney, cuentitos de diez páginas con moraleja y, en particular, unos que tenían forma de valijita. Saliendo del preescolar, los cuentitos fueron reemplazados por libros de Pan Flauta (¿alguien se acuerda?), y esos fueron los primeros libros que leí. Siempre había uno que se convertía en mi favorito y lo llevaba para todas partes; de la misma forma en que llevaba un peluche o una muñeca. Uno de los mejores libros que tuve de nena, se trataba de gnomos. Era casi tan grande como yo (era pequeña de niña), y lo leí tanto que todavía recuerdo algunas partes. El interés por la fantasía se estaba gestando en mí y siguió creciendo junto conmigo; de forma tal que mi segundo libro grande se titulaba El Mundo de las Hadas. Por supuesto, no sólo trataba de hadas, sino de todo tipo de mito y figura feérica, benigna o no. En medio de estos dos tomos, me hice una linda colección de historias de las Mil y una Noches, mitología griega, y varios relatos artúricos, un tipo de literatura que aún considero de cabecera. Solía leer todo cuanto caía en mis manos, y hasta tuve un temprano acercamiento a una edición preciosa del Martín Fierro, propiedad de mi papá, que obviamente no pude comprender.
Ya un poco más grande, al rededor de los diez u once años, quien fuera pareja de mi tía por aquel entonces, me regaló dos libros que cambiarían mi vida: Harry Potter y la Piedra Filosofal y El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. En primer lugar leí Harry Potter, porque había visto el título repetidas veces y me había llamado la atención durante varias visitas a La Feria del Libro. Para ese entonces, había leído gran cantidad de obras de Beatrix Potter (autora infantil que recomiendo fervientemente), y me molestaba un poco que, un personaje tan diferente al estilo de Beatrix, tuviera el mismo apellido. Era una nena, no me juzguen. Así que, cuando tuve el libro entre mis manos, no lo dudé. Todavía recuerdo que la historia se ganó mi cariño cuando J. K. Rowling describió a tía Petunia como una mujer con cara de caballo. Pronto me regalaron los siguientes dos libros, y luego llegó lo que sería la primera espera por la continuación de una saga.
Pero, antes de que pudiera hacerme con una copia de Harry Potter y el Cáliz de Fuego, se estrenó la primera parte de la Trilogía del Anillo, y me enamoré. Aprovechando que ya estaba en casa, devoré La Comunidad del Anillo y, antes de que estrenaran la segunda película, ya había leído Las Dos Torres y El Retorno del Rey. No tuve mucho éxito cuando quise explicarles a mis amigas las diferencias que había entre el libro y la película, pero no me importó. Al tiempo, me regalaron El Hobbit, y también me lo tragué. En esa época todavía iba al colegio y, lo crean o no, mis papás, los mismos que me habían inculcado el amor por la lectura, me retaban por quedarme despierta "hasta cualquier hora" leyendo. Algunas veces, cuando escuchaba que se levantaban en la mitad de la noche, hubiera terminado el párrafo o no, escondía el libro debajo de la almohada y fingía dormir hasta que volvían a acostarse. Supongo que nunca se lo creyeron, pero ambos jugamos nuestros roles bastante bien.
Durante mi etapa de Potterhead y Ringer (fandoms cuya traducción al español desconozco) no consumí demasiada variedad, porque empecé a conseguir libros que analizaban ambas obras. Incluido un diccionario de lenguas élficas, de las cuales se desprende el nombre de mi Blog (explicado en ¿Qué significa Lain Gwilwileth?).
Mi interés por temas esotéricos me llevó a componer una monografía sobre la Santa Inquisición en el colegio (católico, por cierto), que me trajo algún que otro problema... Pero eso es otra historia.
La cuestión es que, cuando la espera me estaba resultando demasiado tediosa, me volcaba a la escritura. Ya tenía algún que otro cuento corto en mi haber, pero, en esta oportunidad, la inquietud era otra. Así que, un día que supongo debía ser de vacaciones, empecé una historia. Tenía al rededor de once o doce años, y hasta está registrado en uno de mis tantos diarios inconclusos; con una entrada que decía, más o menos: "Querido Diario: Hoy empecé un cuento. Creo que mañana o pasado lo voy a terminar".
En aquellos años tenía un grupo de amigas al que apreciaba considerablemente, y decidí que quería que viviéramos aventuras como las de Harry, o las de Frodo, así que sobre eso empecé a escribir. Nos otorgué poderes mágicos y un absurdo tipo de coraje, e hice que nos perdiéramos en un mundo desconocido junto con otros compañeros de mi curso.
El tiempo hizo que mis amigas se convirtieran en mis bullies, así que, se imaginarán, ya no tenía tantas ganas de que me acompañaran en mis aventuras... o de tener aventuras en absoluto. De modo que el "cuento que voy a terminar mañana", que ya databa de dos años, quedó abandonado y casi olvidado. Lo retomé de forma intermitente hasta dos años atrás, cuando volví a él definitivamente.
Cambié significativamente la trama e hice algo de investigación antes de modificar lo previamente escrito -actualmente, tengo corregidas ciento dieciocho páginas de ciento treinta y cinco- y estoy haciendo lo posible por no forzar la inspiración.
¿Qué tiene que ver todo esto con lo que estoy publicando en el Blog? Algo. No conforme con la historia que no sé cuándo voy a terminar, me interesó desarrollar más a un par de mis personajes, y se me ocurrió que no había mejor lugar para hacerlo que este medio. Si bien no contiene demasiada fantasía lo publicado hasta ahora, tengo pensadas cosas más creativas para futuros personajes.
Lo lindo, creo yo, de crear personajes es que, eventualmente, se desprenden de nosotros y cobran vida propia. Hace un tiempo ya que dejaron de ser álter egos "Aldana y sus amigas" para convertirse en Anne, Jean, Neena, Adrien -y los que sigan- en sí mismos.
Así que espero que me tengan paciencia y fe, y se queden para ver cómo evolucionan estas criaturitas. Y que crucen los dedos, las piernas, y todo lo que tengan de a par, para que la fortuna me permita editar un libro.

Comentarios

Entradas populares