Máquina del Tiempo: "Estar enamorado" (I)

Descubrir el amor. Descubrir el amor es, probablemente, la sensación de dicha más pura. Entender el sentido de la vida al mismo tiempo que nos enteramos del nombre de la persona que amaremos por siempre. Y es ver ese nombre en todas las cosas bellas de éste y todos los mundos.
Es el momento en que acaba nuestra búsqueda por aquello que nos quitará todos los miedos y nos salvará de todos los males. Dar con aquel que nos rescatará cual caballero de los cuentos de hadas, siempre que todo parezca perdido.
Es dejar en libertad nuestros sentidos menos explorados, nuestras emociones menos experimentadas, nuestra naturaleza más básica. Abrirnos a un universo nuevo, desplegar nuestras alas y desperezar nuestro corazón.
Es darse cuenta de que, realmente, el amor es más fuerte. Porque nos da la energía necesaria para dar cada paso hacia adelante, aunque calcemos plomo. Porque nos brinda la voluntad precisa para mirar al frente sin titubeos. Porque nos tiende la mano cada vez que estamos en el suelo.
Es respirar de verdad por primera vez en muchísimo tiempo. Es sentir que nuestro corazón late con ansiedad por vez primera en nuestra vida. Es ser testigo del milagro de volver a nacer.
Es darse cuenta de la falta que puede hacer una persona tras un segundo de su ausencia. Es notar el porqué del dolor de la gente que amó y perdió, y comprender en nuestro interior.
Es abrir los ojos ampliamente y ver un panorama completamente distinto. Saber lo que verdaderamente significa ser observado. Conocer la calidez de una mirada de amor. Es ver y mirar, de forma muy cliché, que de repente todo se volvió color rosa.
Es descubrir que las almas gemelas existen, y sorprendernos con el placer de encontrarnos a nosotros mismos en el otro. Entender que una mente puede vivir en dos cuerpos separados y que nuestras palabras pueden ser mencionadas en voz de otra persona.
Es comprender que, hasta ese instante, siempre estuvimos incompletos. Enterarnos de que nuestras manos caben perfectamente en las manos de alguien más, que parecen pertenecer a ese lugar. Que encajamos cual piezas de un rompecabezas.
Es creer que por toda la eternidad, cada día, cada instante, seremos dos. Que, al atardecer, una sombra se proyectará al lado de la nuestra en el asfalto. Es convencernos de que, de ahora en más, los dos juntos somos uno.

Marzo de 2008

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