Algo más sobre diferenciación, con un toque personal

Hace, por lo menos, dos meses que no actualizo este blog, y tengo que admitir que abandonarlo pesa en mi consciencia. Si les soy completamente honesta, es el día de hoy que no tengo una idea muy clara de por qué decidí empezar a escribir por este medio, pero con el tiempo se ha convertido en una especie de terapia (porque con la terapia formal no tengo suficiente), y es precisamente por eso que, en esta oportunidad, decido devolverle la vida a este espacio con un asunto sobre el cual puedo escribir fácilmente.
A menos que estén llegando hasta aquí a través de Tumblr, deben estar al tanto de mi faceta artística. En mi última entrada, dejé bien establecido el hecho de que soy una persona introvertida (los remito fervientemente al post que mencioné, porque acabo de releerlo, y creo que no estaría de más que ustedes también lo hagan). Mi introversión convive con mi pasión por las artes escénicas y, de algún modo, llegan a un acuerdo cuando corresponde, y me hacen la vida, dentro de todo, llevadera. Pero hay otro aspecto de mi persona que coexiste con mi introversión y, en este caso, se entienden bastante bien.
Recientemente, gracias a amistades de Tumblr, puedo agregar otro adjetivo a la lista: arromántica; y, dentro del espectro, gris-heterorromántica (esas fueron muchas erres). Esto significa que soy una mujer cisgénero ("término que se utiliza para describir a personas cuya identidad de género y género asignado al nacer son concordantes al comportamiento que a este le fue socialmente asignado", Wikipedia dixit) que, en el infrecuente caso de desarrollar sentimientos románticos, lo haría por una persona del género opuesto. Simplemente: una mujer que se enamoraría de un hombre, si no fuera porque rara vez se enamora. Esto no quiere decir, en modo alguno, que la gente arromántica sea incapaz de amar o experimentar emociones. En la vida, he conocido personas que creen que el amor sólo se puede dar entre aquellos que se ven involucrados en una relación de índole romántica, y se olvidan por completo del amor filial, fraternal, o incluso del que se siente entre amigos.
En vez de enamorarse, los arrománticos tendemos al arrobamiento, una atracción meramente platónica, que no necesariamente manifiesta el deseo de establecer una relación. Y yo entiendo que, en nuestra sociedad actual, es difícil aprehender la noción de que hay gente que no desea estar en pareja; pero lo cierto es que existen quienes no precisan de otros para sentirse completos. A decir verdad, yo reniego de esa convicción que tienen muchos de que una compañía romántica nos da algún tipo de validación. Concibo al humano como un ser completo en sí mismo, que puede enriquecerse de cualquier relación, no sólo la romántica.
No hay reunión familiar en la que no se formule la pregunta "Y vos, ¿para cuándo un novio?". No puedo empezar a explicarles lo frustrante que es esta situación, porque resulta que, ¡sorpresa!, yo no soy la persona que no tengo al lado; del mismo modo en que los demás no son la persona que sí tienen al lado. Cada uno es su propia persona, e intentar definirnos en base a alguien más, pienso yo, es una gran falencia. Ese tipo de preguntas esconde, en el fondo, la idea de que no somos cien por ciento dignos individualmente. Nadie nos puede brindar, en este sentido, la estima que no sentimos por nosotros mismos.
Desear estar en pareja es tan válido como no desearlo, y es muy importante que esto sea aceptado. Hay que abandonar la práctica de tomar como vara a la persona cisgénero heterorromántica, y empezar a ver que cada persona es la medida de sí misma. No hay normativa que indique normalidad y que, a partir de allí, cualquier variable es una deformación. No existe un molde de la humanidad, y la mayor parte de nosotros nace siendo lo que debe ser. Ya sea que creas que el alma o espíritu está contenido por el cuerpo, o entiendas que no hay dos ADNs idénticos, todas son maneras de reconocer que no hay una persona igual a otra. La diversidad es inherente al ser humano y, en ese aspecto, somos todos perfectos.
Mañana empieza la Semana de Concientización sobre el Arromanticismo, y estoy convencida de que una de las mejores maneras de generar conciencia, si no la mejor, es mediante la palabra. ¿Quién sabe? Tal vez, entre todos, podamos eliminar estigmas y tabúes letra por letra.

Comentarios

  1. Como siempre, muy bueno y acertado. Gracias, tus puntos de vista me hacen reflexionar.

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