Pesadillas

Cinco años pasaron desde la llegada de Jean al hogar de los Hart. Teniendo en cuenta las peculiaridades de sus padres adoptivos, podía decirse que la niña llevaba una vida sumamente corriente. Contaba con las ventajas propias de los hijos únicos, como ver satisfechos todos sus caprichos y ser la exclusiva destinataria de todas las demostraciones de afecto. Ningún vecino sabía con seguridad si era la mimada de la familia, o si se llevaba mejor con sus abuelos paternos que con los maternos, o si tenia una tía que la consentía, porque a los Hart no se les conocía más familia que Jean.
A diferencia del señor y la señora Hart, Jean había demostrado ser sorprendentemente activa y vivaz, incluso para una niña de su edad. Siempre que su sonrisa se ampliaba y sus ojos brillaban más de lo normal, todos daban por sentado que estaban a punto de presenciar alguna travesura. Las únicas horas de tranquilidad de las que podían gozar sus padres eran aquellas que utilizara para dormir. Y eso, tratándose de Jean, era una paz garantizada porque, si había algo más difícil que conseguir que se quedara quieta, eso era despertarla.
Sin embargo, la madrugada del día de su séptimo cumpleaños, Jean interrumpió el apacible sueño de los Hart con un llanto desgarrador. Con el corazón acelerado, ambos corrieron hasta la habitación de su hija, donde la encontraron sentada en la cama, con los ojitos desorbitados y el rostro sudoroso.
- ¿Qué sucede, cielo?- le preguntó la señora Hart tomando asiento a su lado y estrechándola contra su pecho.
Mientras el señor Hart le acariciaba el cabello, Jean relató con lujo de detalle una pesadilla en la cual aparecían una mujer muy parecida físicamente a la señora Hart y un hombre robusto de barba y cabellos caoba, que le hablaban, le sonreían y la abrazaban. También aparecía gente, mucha gente que ella no conocía, que la contemplaba con idéntica calidez. Nada de esto alteró a los Hart, que escuchaban a Jean pendientes de cada palabra y de cada silencio, como lo que la niña les contó a continuación: con la misma rapidez con que todas esas personas habían aparecido en su sueño, se habían esfumado con la llegada de una terrible criatura con aspecto de reptil y escamas de un rojo vibrante, como si estuviera ardiendo. Jean había quedado sola, enfrentada al monstruo, y lo último que vio antes de despertar fue humo saliendo de las fosas nasales de la bestia seguido por una bocanada de fuego.
Intercambiando miradas de preocupación, la señora Hart rodeó aún más firmemente con los brazos a Jean, y entre ella y su marido lograron consolar a la niña.
Durante un mes completo se repitieron las pesadillas, hasta que Jean se acostumbró a ellas y ya no les tuvo miedo. Lejos de llevarla a un especialista, los Hart invirtieron toda su dedicación y energía a fortalecer el vínculo que los unía a los tres. Hasta el menos curioso de los vecinos podía intuir que algo sucedía, pero, tratándose de los Hart, ¿quién podía tener la esperanza de enterarse de algo haciendo preguntas?


Comentarios

  1. Bueno, la primera parte me encantó. La segunda me dejó caminando por el techo! A todo pisciano le encanta cuando aparecen monstruos, sueños y estas cosas fantásticas, así que acá me tenés, llevándome de las narices a la tercera parte :D

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    1. Más adelante va a haber más fantasía; va llegando de a poco, pero te dejo la promesa =P

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