Volver a subirse
Hasta ayer, jamás hubiera imaginado que, en el ranking de los sueños más extraños de mi vida, iba a figurar una película completa, subtitulada, protagonizada por Scarlett Johansson y Jim Carrey. Sin embargo, esa es la esencia de lo que mi mente creó anoche. Para no agobiarlos con detalles que no vienen al caso, voy a pasar directamente a spoilearles el final: el personaje de Jim Carrey abre, después de mucho tiempo, un libro que había aparecido repetidas veces a lo largo de la historia. Uno muy lindo, dicho sea de paso, de esos dignos de aparecer en Hollywood; tapa dura, forrado en escarlata, el título grabado en letras doradas, etcétera. La intención de Jim no era releer el libro, sino rememorar -es un final nostálgico, porque el pobre no la pasó muy bien que digamos en mi película- épocas más simples compartidas con su abuela (¿o era la madre?), que vendría a representar al típico personaje viejo y sabio. En la página aleatoria que cae, se ve la frase que ella le decía siempre que las cosas se ponían complicadas: "You fall off a train, you get back on". No es correcto, no es el refrán exacto que se usa, pero aparecían muchos trenes, él mismo estaba viajando en uno al final y... no sé por qué intento explicar un sueño. La cuestión es que el pedacito de sabiduría que su madre/abuela le transmitió fue "si te caés de un tren, te volvés a subir"... lo cual requiere una determinación sobrehumana, porque caerse de un tren debe ser extremadamente doloroso (por no mencionar que los trenes viajan a velocidades altísimas, lo que complica subirse al mismo tren del que nos caímos), pero bueno... ¿qué caída no duele un poco, no?
¿Por qué elijo abrir con este sueño? ¿Será porque el anterior que tuve, en el que un delincuente me clava una tijera en el tórax, es demasiado violento? Posiblemente. Pero, además, yo soy de esas personas que creen en los significados ocultos de los sueños -aunque el significado de éste no está realmente oculto-, y quise aprovechar la ocasión para des-abandonar este blog.
Hace cosa de dos semanas, aproximadamente, dejé la facultad. Sí, terrible, lo sé. Les voy a dar unos segundos para recuperarse del shock. Okay, sigamos. Revisando mis borradores, me doy cuenta que nunca publiqué la entrada que podía anticipar este momento, así que tampoco puedo remitirlos a un texto que explique mejor que mi yo actual todo lo que estaba experimentando. Sí estoy segura, en cambio, de haber mencionado, al pasar, que uno de mis sueños es ser escritora. Este es el motivo principal por el que elegí Letras por sobre todas las demás carreras universitarias, y por el cual, debo admitir, me dolió un poco haber tenido que tomar esta decisión. Pero la verdad es que hace, por lo menos, dos años y medio que no toco el libro que con tanto entusiasmo estaba escribiendo. El espacio académico en el que yo creía que me estaba desarrollando, en realidad estaba aniquilando mi voluntad y amor por la escritura, que era lo que originalmente me había llevado allí. En mi manual personal, cualquier cosa que coarte la creatividad no puede ser buena. Para nadie. A mi modo de ver, todos precisamos de la creatividad para enriquecernos y crecer como individuos, no sólo los artistas. Si la producción personal no se ve incentivada, el plan debe ser crear personas dependientes, presas intelectualmente de las ideas de alguien más.
A ese problema, que para mí ya era significativo, se sumó el constante adoctrinamiento al que nos sometían varios docentes -y del cual no voy a dar ejemplos porque prefiero no volver a encender ese fuego-, el discurso sexista/misógino de otros tantos, ¿el hecho indignante de que un profesor tomara de punto a un alumno y lo humillara todas las clases delante del resto del curso, buscando complicidad entre nosotros? ¿En serio? ¿Esto existe fuera de las películas? En fin... después de una para nada aburrida -aunque sí estéril- entrevista con la persona de turno en el Decanato (a quien conocí ese día), con la Vicedecana (a quien le tocó interpretar el papel de Voz de la Razón) y un coro de vaya uno a saber cuántas otras personas que discutían a los gritos sobre lo que yo estaba diciendo, oficialmente me convertí en ex. Ese es el pie para los aplausos.
¿Significa esto que abandono definitivamente? En modo alguno. No, yo sé que quiero terminar. También sé que en todas partes voy a encontrar algún problema. Ser idealista es, probablemente, mi mayor defecto. Pero también creo que tengo derecho a decidir cuáles problemas tolero y cuáles no. Como les dije en alguna oportunidad a mis estimados progenitores, mis valores tienen mucho más peso para mí que un número en una libreta.
A lo que voy es que estoy convencida de que no toda caída es mala. Es más, muchas veces no es tanto "caer" como "sentarse un momento a replantearse planes". Sólo puede caerse quien está de pie y, por mucho que nos guste creer lo contrario, los humanos no fuimos creados con la capacidad de permanecer eternamente parados. Las únicas que no necesitan descanso son las máquinas. Al igual que pasa cuando viajamos en tren y miramos por la ventanilla, una vez que estamos en movimiento las líneas se vuelven difusas y es difícil apreciar todos los detalles del paisaje que corre a nuestro lado. Precisamos de las estaciones para detener unos segundos la marcha y saber con certeza dónde estamos.
Lo que quiero decir es que no toda caída es un fracaso e, independientemente de lo frustrada e inútil que me sienta hoy, sé que donde estoy no es donde quiero quedarme, así que no tengo más opciones que levantarme para reanudar el viaje.
Al fin y al cabo, si Jim Carrey pudo volver a subirse al tren después de haber caído, ¿por qué yo no?
Seguir buscando aquello que te haga feliz, te alimente y te gratifique es un paso que la gran mayoría no se animaría a dar. Bien por vos, por no conformarte con lo mediocre y lo que te anula y por la valentía y determinación de reconocer que ese no era el camino y decir "basta, no es ésto lo que quiero para mi" .Celebro que tu GPS interior haya puesto nuevamente rumbo al horizonte para poder disfrutar del paisaje. Estoy convencida de que esa búsqueda no será en vano. Te amo con toda mi alma y te deseo lo mejor en este nuevo viaje.
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