GordAnne

Durante lo que restaba del invierno, Jean y Anne viajaron de sus casas al colegio y viceversa en la 4x4 del padre de Neena. Haciendo gala de sus mejores modales, Jean acotó al máximo los comentarios sarcásticos e intentó suprimir la costumbre de poner sus ojos en blanco cada vez que la chica exageraba su ingenuidad. Le hubiera gustado poder hacer abuso de esos recursos cada vez que Neena se mostraba demasiado cercana a Adrien; pero, cuando eventualmente se enteró del porqué del apodo que Anne había usado para referirse al joven, fue la única que no les tomó el pelo.
La paz abundó en la St. Ameus School mientras el invierno duró. La mayor parte de los compañeros bulliciosos de Neena y Adrien habían obtenido permiso para faltar a clases, y los que sí asistían eran demasiado pocos para tener el poder suficiente y salir airosos. Jean y Anne disfrutaron de una buena cantidad de semanas sin ser llamadas "nerds" -aunque Jean no tuvo tanto éxito librándose de los "¡Julieta!" que la acompañaban por los pasillos- y la biblioteca nunca había estado tan tranquila. Jamás un profesor había tenido tanta libertad para impartir una materia. Era una pena que los directivos hubieran decidido que no podían avanzar significativamente en el programa con tan escasos alumnos presentes. Jean y Anne tampoco extrañaban a sus excesivamente coquetas compañeras, que por algún motivo creían que era buena idea pintarse las uñas, leer revistas del corazón y sacarse fotos... en medio de la clase.
Pero, inevitablemente, el invierno cedió paso a la primavera, y de a poco la St. Ameus School volvió a llenarse. El curso de Jean y Anne volvió a separarse del de Neena y Adrien. Las bromas con respecto a Romeo y Julieta cesaron, y, lamentablemente, las dos amigas volvieron a ser nerds en la biblioteca. Ni siquiera contaba con el apoyo de Bess porque Jean era un año menor que ella y casi no pasaban tiempo juntas fuera de los entrenamientos de hockey.
- Tal vez veo demasiadas películas- le dijo un día Jean a Anne después de haber tenido que abandonar la biblioteca porque los amigos de Adrien habían vuelto a ocuparla para apostar jugando a las cartas-, pero yo tenía entendido que, si practicabas algún deporte, no iban a molestarte.
Anne emitió una risa amarga:
- Es que debes acompañar el deporte con una actitud insoportable- respondió-. Aunque algunas veces sólo debes ser una arpía full time- respondió al mismo tiempo que un grupito de alumnas que parecían modelos pasaba a su lado y les dedicaba una mirada desdeñosa, tanto a ellas como a los libros que cargaban en sus brazos.
- Ah, ser una arpía. Manera infalible para ser respetada- dijo Jean socarronamente.
- ¡Esto es el colegio, Jean!- exclamó Anne, como si hiciera falta que se lo recordara- Lo importante no es ser respetable, sino temido.
- ¿No estarás sacando las cosas de proporción?- preguntó Jean con tono escéptico, acostumbrada a la tendencia de Anne de hacer un desierto de un grano de arena.
- Piensa lo que quieras- replicó ella fingiendo indiferencia-; pero es cierto: nadie te molesta si tiene miedo a las represalias.
- Supongo que tienes razón...
Los días en la escuela volvían a ser insufribles, así que Jean y Anne estaban más que agradecidas con la llegada de la hora del almuerzo. Los miércoles, en la cocina de la St. Amues School, se preparaban pastas. Mientras su amiga se encargaba de hacer los pedidos, la pelirroja ocupó dos asientos en una de las mesas más apartadas de las puertas. Había metros y metros de fila, así que Jean decidió adelantar un poco de tarea hasta que Anne llegara con la comida. Esa mañana habían tenido Biología, y la profesora les había enviado leer dos capítulos del manual, por lo que le pareció buena idea empezar a leer el primero antes de llegar a casa. Dos páginas después, Anne todavía no volvía. Tres páginas más tarde, Jean la buscó con la mirada y la vio, bandeja en mano, hablando con otras dos personas; lo cual no era motivo de preocupación, así que retomó la lectura. Cuando el final del capítulo llegó y Anne aún no estaba en la mesa, Jean perdió la paciencia. O, más bien, su estómago lo hizo. Recogió sus pertenencias y, tras colgarse su mochila y la de Anne al hombro, fue en busca de su amiga. "Oh, no", pensó por lo que pareció ser la vez millonésima de la semana. Ahora que las veía de cerca, Jean reconoció a una de las chicas como una compañera de curso de Neena y, como si eso fuera poco, también había alguno de los amigotes de Adrien. La idea de Jean había sido acercarse lenta y despreocupadamente hacia ellos, hasta que escuchó lo que una de las jóvenes estaba diciendo:
- Tal vez, si no consumieras tantos carbohidratos, pensarías con mayor claridad, gor...
- ¿Qué está pasando aquí?- la cortó Jean violentamente. Pero fue evidente que su tono amenazante no había surtido el efecto deseado cuando los demás prorrumpieron en carcajadas.
- ¿Ésta es tu amiga, GordAnne?- se mofó uno de los muchachos que solía apostar en la biblioteca. Las dos chicas que estaban con ellos le festejaron la ocurrencia con un par de risas tontas.
- ¿Cómo llamaste a mi amiga?- siseó Jean sintiendo un calor que le subía desde el estómago hasta las mejillas. Pero los demás la ignoraron.
- Jean, no te preocupes, estoy acostumbra...- empezó a decir Anne en voz muy baja, y peligrosamente vulnerable.
- ¡Oye, Ad, mira quién está aquí!- llamó la chica de largo cabello rubio y rizado que había hablado al principio.
Jean se sentía cada vez más acalorada, aunque ahora por un motivo diferente. Adrien se abría paso entre el resto de los estudiantes que no entendían por qué se había armado tanto alboroto del otro lado de la cola. A diferencia de Jean, Adrien había perdido todo el color del rostro. Lo vio mover los labios y articular su nombre, aunque sin emitir sonido.
- Ya conocías a la compañera de GordAnne, ¿verdad?- dijo con una desagradable sonrisa otro de los chicos.
- Retira lo dicho- le dijo Jean entre dientes apretados antes de que Adrien pudiera intervenir-. Pídele perdón.
Otra vez las carcajadas.
- ¿O qué?- la desafió el joven- ¿Vas a robar mi alma porque extrañas la tuya?- celebró el chiste chocando los cinco con su amigo más cercano.
- Ah, ya veo- se burló Jean fingiendo aplomo-. Soy pelirroja, no tengo alma. Superlativamente elocuente.
- ¡Ohh!- exclamó él y se puso delante de Adrien, como si lo estuviera protegiendo- No te acerques demasiado, Ad, o Julieta te atacará con palabras grandes.
- Dijo el chico con mente pequeña- acotó Anne encontrando al fin su voz.
- Tú no te metas, GordAnne- le espetó el otro.
- Ya está bien, chicos. Vámonos- dijo Adrien, pero sus compañeros no le prestaron atención.
- Y tú, Julieta, no te hagas ilusiones- siguió el muchacho pasando un brazo sobre los hombros de Adrien-. Sigues siendo una nerd, y a mi amigo Ad no le gustan las nerds. A nadie le gustan las nerds.
- ¡Fealieta!- le gritó la chica rubia, intentando emular a su compañero.
- ¡Ey...!- saltó Adrien; pero, antes de que ninguno pudiera agregar nada, el profesor Castle apareció.
- Alumnos, ¿podrían hacer el favor de moverse de al lado de la caja? ¡Miren el caos que están causando!
Era cierto. La mujer que cobraba casi había olvidado su trabajo porque la pelea la estaba distrayendo. La gente de la cocina no daba abasto porque los alumnos estaban avanzando indiscriminadamente por la fila que no se movía porque aquellos que ya tenían sus bandejas se quedaban cerca para escuchar la discusión. Todos los compañeros de Adrien volvieron a reír estruendosamente y salieron del comedor, aun gritando "GordAnne", "Fealieta" y, más que nada, "nerds".
Jean y Anne finalmente ocuparon sus asientos, la primera más furiosa que nunca, y la segunda más cabizbaja que de costumbre.
- ¿Puedes creer a esos... esos...- estaba tan indignada que no daba con las palabras adecuadas- imbéciles?
Anne no respondió, pero Jean pudo ver caer, casi con certeza, una lágrima sobre el plato de pastas de su amiga.

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Para ver la lista completa de capítulos de Jean Hart, pueden entrar a la pestaña Historias, donde también van a encontrar enlaces a algunos cuentos cortos. ¡Gracias por leer!

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